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lunes, 3 de diciembre de 2018

Pateando las Calderas de San Bartolomé

De Mtña de La Cruz a Guatisea pasando por Caldera Llana y Caldera Honda

El pasado diecisiete de noviembre del año en curso 2018 realizamos la caminata  mensual por los relieves aledaños al  municipio de San Bartolomé.

 Iniciamos la andadura desde las proximidades de la casa del Mayor Guerra, hijo ilustre del municipio, cuya casa donaron los descendientes al pueblo.



 Ascendemos inicialmente por la escalinata para posteriormente  llegar através del vierte aguas a la cruz que da nombre al montículo y que probablemente sea el resultado de la acumulación de escoria volcánica arrojada por la cercana Caldereta y que por tanto forma parte de su edificio volcánico.

Las vistas son magníficas


Después de disfrutar brevente del magnífico paisaje nos encaminamos a la cercana Caldera Llana, denominada así por oposición a la cercana C. Honda, con cráter de mayor profundidad.











Disfrutamos también aquí del entorno, de la charla amigable y de algunas pequeñas joyas botánicas y faunísticas.

El verol, de la familia de las asteráceas o compuestas (cada flor en realidad son varias), es una planta crasa que parece una tabaiba pero no lo es ni tampoco una caralluma o cuernúa, con las que puede llegar a confundirse al igual que con el cerrajón del risco o sonchus pinnatifidus cuando pierden las hojas en la estación seca, ya que los tallos son muy parecidos. 



El espino de mar, nombre con el que se conoce al lycium intricatum en Lanzarote,  con porte arbustivo, normalmente pierde también las hojas en la estación seca y en cuanto caen las primeras lluvias adopta su ropaje verdoso compuesto por incontables y diminutas hojas. Está provista de numerosas espinas y adopta una ramificación intrincada e impenetrable que sirve de refugio a la fauna del lugar. El alcaudón utiliza sus ramas para ensartar a sus presas. Las flores son unas vistosas trompetillas violáceas y es muy raro encontrarlas de color blanco.




 Por estos lares tan cercanos a la habitación humana pero que en realidad están muy poco transitados, puedes encontrarte sorpresas como ésta, un cernícalo (falco tinnunculus, sp dacotiae), ave rapaz de la familia de los halcones, que despliega ante nuestros atónitos ojos todo su poderío y majestuosidad.


 Esta planta, la verdolaga o portulaca oleracea es relativamente abundante por Lanzarote y cosmopolita, la puedes ver en entornos urbanos como Arrecife o Costa Teguise y en volcánicos como esta Caldera Llana, Mtña de Juan Bello, Quemada y Caldereta, ambas de Tinajo, etc. A la sazón presenta unas hojas verde brillantes cuasi crasas que tornan a rojizo a medida que avanza el proceso agostivo. Es comestible y se la considera un alimento muy saludable. Puede consumirse en ensalada, sancochada  (en puchero o potaje) o frita. Presenta unas flores amarillas muy vistosas.

Se observan también los invertebrados,


representados en este caso por una vistosa araña que nos muestra sus dotes tejedoras.

Nos acercamos después por el noroeste a la próxima Caldera Honda
 cuyo cráter recorremos por su borde oeste y al llegar a la ladera suroeste de la caldera
  bajamos para aproximarnos después  a la aledaña Mtña Guatisea
 A la que ascendemos por su vertiente sureste, festoneada  por las hojas basales de incontables cebollas almorranas (drimia maritima).
El edificio volcánico, de grandes dimensiones, está abierto, como suele ser habitual en Lanzarote hacia el NE, justo en la dirección del viento predominante en el momento de la erupción y por ello los materiales piroclásticos se depositaron mayoritariamente justo al lado contrario.

En la base del cráter encontramos unos magníficos ejemplares de la avifauna insular actual

Como es el caso del alcaraván



y la garza o garcilla.

A la derecha, Caldera Honda y al fondo El Risco de Famara
No sin esfuerzo vamos completando poco a poco la subida
Las vistas a nuestro alrededor son una estupenda recompensa al empeño demostrado. 
Al sur, la impresionante mole de Montaña Blanca con sus 595 metros de altura parece saludarnos sonriente.
Mientras descansamos y nos reponemos, al este, Arrecife y núcleos aledaños se muestran a nuestros pies.


Al norte, los ojos se nos van desde la profundidad del antiguo cráter de la serie III hasta el Archipiélago Chinijo, allá en lontananza
mientras que la potencia del teleobjetivo nos permite apreciar la majestuosidad del Risco de Famara y algunos detalles de archipiélago citado.


Bajamos por la vertiente noroeste, y, una vez superado el mayor desnivel, lo que implica extremar las precauciones, completamos el descenso siguiendo una pequeña senda por el interior del cráter,

que cuando se hace en primavera se ve jalonada por vegetación florida.

Aunque ibamos preparados para la lluvia, ésta se mostró esquiva con nosotros y sólo nos acompañó en el restaurante donde pusimos el broche final a esta jornada memorable.




domingo, 4 de noviembre de 2018

Caminando por el oeste de la costa de Tinajo

Costeando por Tinajo

El último sábado del mes de octubre varios amigos del pateo nos dimos una vuelta por la costa de Tinajo, más allá de Tenésara.


 Mientras esperábamos en el punto de encuentro a estar al completo un auténtico emjambre de mariposas vino a nuestro encuentro.

 Incluso la luna quiso dirigirnos en nuestro camino al oeste, casi como si fueramos nuevos descubridores rumbo a lo desconocido e ignoto...

La mar océana estaba tranquila y el mar, siempre bravío y bronco por estos pagos, nos mostró su mejor cara, asegurándonos una buena travesía, aunque el rumor de su continuo embate con la tierra -la Gea de los antiguos griegos- nos acompañó aunque con sordina durante todo el recorrido.

En otras visitas a esta bravía costa, Poseidón y Eolo se conjuraron para mostrar la ferocidad del enfrentamiento con nuestra querida Gea...


Pero hoy, como ya se ha dicho, el designio de los dioses era otro y la relativa tregua  entre sus constantes disputas nos permitió realizar una caminata placentera disfrutando del paisaje y la agradable compañía.
 Atravesamos el coqueto, pequeño y marinero pueblo en dirección al oeste, en pos de Selene, la cual, una vez que nos había marcado el camino, pronto nos abandonó más allá del horizonte en pos de su matutino y diario descanso.
Una vez pasadas las últimas viviendas, pronto nos topamos con la lengua de las erupciones del siglo XVIII, que en su contacto con el mar deja una costa agreste salpicada de formas caprichosas.




El día se presenta diáfano, lo que permite fotografiar a la lejana isla de Alegranza con bastante nitidez

Seguimos costeando con tesón y empeño como auténticos exploradores...
En primer término, senda que bordea la costa, en segundo roca redondeada por acreción progresiva de material mientras la colada de lava iba al encuentro del mar, en tercero, explorador abriendo camino...
A lo lejos y en medio del campo de lava, el caminante que veíamos en la anterior toma. En primer término una enorme grieta que nos da una idea de la magnitud de los fenómenos que dieron lugar al crecimeinto de la isla por esta zona.
Como el objetivo de llegar a la playa de la Madera era manifiestamente inalcanzable si queríamos estar de regreso en torno a las dos de la tarde, algo pasado el mediodía decidimos hacer un alto en el camino para descansar y tomar un ligero refrigerio. Y en el mar nos encontramos..., estas bellas criaturas...




Tras el descanso, desandar el camino y regreso a la civilización...